jueves, 24 de noviembre de 2011

Fragmento






"Básicamente
era cuestión de no confundirse, de mecerse en los músculos cansados, en las sábanas de hotel, y saber que después vendrían noches y días idénticos, y que ella y nosotros pasaríamos a conformar (o de hecho quizás ya conformáramos) una especie de unidad nostálgica, perdida, un quiliágono maravilloso y triste. Quise escucharla una vez más recitar de memoria uno de sus poemas, quise volver al camino de la letra escrita desandando mentalmente los pasos que nos habían llevado hasta donde estábamos, pero supe que era tarde ya para eso, que los tres habíamos cruzado una frontera invisible y eso nos acercaba un poco más a la soledad y a la muerte."

viernes, 19 de agosto de 2011

Fragmento


Ahora todo se me confunde a través de una pila de papeles, de una deformación de la letra, las palabras una vez escritas tienden a eso, mutan, se trastocan, dejan de significar. Mi pila de papeles dice que ella se mantuvo al margen, deseando sin obrar, y que nosotros la escuchamos, aceptando lo que nos leía a través de su voz, de sus versos injustos, superlativos, tomando la posta de sus silencios y rellenándolos con alusiones a un pasado en el campo, a una infancia de extramuros; todo eso con una cotidianeidad que nunca fue fingida, que siempre estuvo ahí para nosotros. Yo la comprendía, podía comprenderla, pero no se trataba de eso, nunca fue eso más que en ocasiones aisladas, por lapsos minúsculos de tiempo, las formas van perdiendo de a poco todo el sentido, se dejan llevar por el instinto y la creatividad, hasta no ser más que un rompecabezas inacabado al que, con los años, se le han ido extraviando las piezas.

sábado, 5 de marzo de 2011



Entonces toqué sus labios con los míos, toqué mis labios en los suyos, una sensación de algas tiernas sobre la piel blanca, una sensación de desahogo y de grito cristalizado, de grito cristalizado y de algas tiernas, sobre la piel blanca. Ella habló y fue como si yo también hablara, como si su voz saliera de mi voz, de mi boca, en la noche del día, en la oscilación del aire. Su voz y mi voz cristalizadas en un batir de alas, en un canto de ángeles. Una boca sobre la otra, recelosas ambas, incrédulas, y la voz se desparramaba por todo el cuerpo, arrebujándonos fuerte, la voz sonreía desde un recoveco invisible, desde un ensayo transparente de otra cosa de otro. Su piel se llenó de mis manos, se llena y se vacía y se vuelve a llenar. Su piel tiembla. Tiene una margarita en el pelo, una coronita blanca con su sol amarillo, un sol de jardín de infantes, amarillo, como de azafrán, y yo la nombro y es como si ella se nombrara a si misma, y la sonrisa de uno es la sonrisa de los dos, y el beso, y el beso.
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Nicolás Reffray

miércoles, 9 de febrero de 2011


Y el viento leía mis apuntes,
pasaba las hojas de una en una,
en estado de tormenta.
Y yo solventaba la calma en un escurrirse
de ventanas y sombras miopes,
en una persecución porosa
en donde siempre soy el perseguido y no el perseguidor,
la presa en mitad de la selva.



Nicolás Reffray

miércoles, 26 de enero de 2011

La Noche

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Me habla de él, me cuenta de México, de Uruguay, los contrastes. Fumamos, intercambiamos humo, avanzamos juntos hacia la boca de un animal semimuerto: la noche. Lo veo hablar, lo miro mientras caminamos, lleva las manos metidas en los bolsillos del saco, como si escondiese algo. No se quita el cigarrillo de los labios. Dice: Estoy escribiendo sobre nosotros. Lo miro, pero no dice nada más. No me importa, no podría importarme, la imagen en mi cabeza no lo incluye, pienso en Norma, la noche me la trae como a un sueño o a un pájaro, y creo que la amo, que siempre la amé, que no la comprendo y aún así no puedo dejar de amarla. Dice algo más, pero yo ya no lo escucho, somos dos peces en la noche.
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Nicolás Reffray

sábado, 22 de enero de 2011

Ausencia


Palpo esa boca felina,
esa boca humana que se
deshace en el aire,
que se desgrana débilmente,
que presagia la muerte en sus miles de formas y
colores,
que la antecede,
anteponiéndose a ella con la obstinación de un niño o un loco.

Toco el espacio de aire que hasta recién ocupaba;
toco el hueco helado de la sombra que ya no es,
y que sí es su falta, inalterable.
Bosquejos de bostezos, mi pena adolescente.
Nada puede resumirse en dos líneas ni en tres,
y yo enmudezco, idiota,
con el dedo índice puesto en la nada,
en esa nada que me dice tanto,
que me estampa sus cinco dedos de revés en plena cara.


Nicolás Reffray

sábado, 8 de enero de 2011

Te espero en el absurdo, en el poema...




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Te espero del otro lado de las cosas,
en el hueco-grieta-sombra que dejó el día para reconocernos.
Te espero en el absurdo,
en el poema,
despeinado y con los ojos abiertos como dos pozos
inacabables

que se llenan y se vacían,

que se refriegan inconsolables

y se desvisten.

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Nicolás Reffray