viernes, 21 de mayo de 2010

XIII.
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Estabas, vida sola, vuelta de lado en una cama de tiempo,
los días se acercaban sin tocarte y yo era el acolchado en donde el calor se dilataba,
en donde las hojas secas no terminaban nunca de caer.
Estabas, vida sola, en un edificio de departamentos,
en tu torre de piedra gris, en tu cubículo de encierro,
y yo era el estruendo de los truenos lejanos,
la electricidad en el aire, la complacencia rota.

Sabemos hacia donde, sabemos hasta cuando,
lo que no supimos develar fue la noche,
la noche noctámbula exhibicionista,
la noche boca abierta,
la noche contra el techo,
la noche esoterismo de humo de cigarrillo rubio.

Y en este escándalo de non sabere, estabas, vida sola,
deshecha y envuelta y temblando, incapaz de pensamiento,
pálida de palabras.
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Nicolás Reffray

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