miércoles, 9 de febrero de 2011


Y el viento leía mis apuntes,
pasaba las hojas de una en una,
en estado de tormenta.
Y yo solventaba la calma en un escurrirse
de ventanas y sombras miopes,
en una persecución porosa
en donde siempre soy el perseguido y no el perseguidor,
la presa en mitad de la selva.



Nicolás Reffray