miércoles, 14 de mayo de 2008

Foto: Libro terminado.


"...El cielo parece un velo de tafeta gris plomo tendido sobre los techos de las casas bajas. Los ojos fijos en la chatura de la calle como obsecuentes, maleables, agrietados de calma. La fijación también en el ambiente revuelto, el olor a sexo en demasía, todo junto, latente primero y luego desamarrado, derramándose sobre nosotros dos con su fuerza inabarcable. Ese dulzor en el aire, en las fosas de todas las narices nuestras, que nos devuelven al mundo de los olores, de los hombres, al pan con mermelada y los mates con espuma.
Mechi se prepara para salir a la calle, la cartera abierta sobre la mesa, las piernas leves. Tiene el pelo amuchado en una cola. Yo la miro y en la pizarra, algo que en algún punto soy yo mismo, escribe: “tenés razón, me repliego para no ser el defraudado, para no atarme a los reclamos de nadie, para no…”. Las palabras sucediéndose en un vómito de aceptación y desconsuelo miserables, como dentro de un confesionario cristiano.
Más allá del mundo inanimado de las cosas con sus sombras y retruécanos, Mechi me mira sonriendo. La pizarra se llena ahora de cursilerías, de melodías que se repiten en mi cabeza una y otra vez. La canción se contorsiona reversionando mi infancia y parte de mi adolescencia, con los ojos de Mechi metidos por dentro de mi boca, lechosos y vivos, mirando para adentro. ¿Qué ves en el fondo fondo, en la ruta ciega, en el crudo de mi carne brillante? ¿Qué es lo que ven tus ojos, desnudos de tu cuerpo, en la sola quietud de mi alma? ¿Me ves llorar? Sí, lloro. Lloro sin conseguir hacer otra cosa, y es que a veces la sonrisa quiebra en un llanto jadeante, un llanto de tardes y besos y caricias bajo las sábanas. Imposible refrenarlo, brota como una catarata saliendo de mi humanidad. Brota para llenar ese hueco donde la palabra ya no sirve, ya no alcanza, donde un te amo parece tan inocente, tan básico e insuficiente, donde solo la no-palabra puede alzarse para decir.
“Esta mañana está verdaderamente hermosa”, pienso, y rodeo su cintura con mis brazos. Después unas cuantas palabras cruzadas sin sutileza, arrancadas al silencio impúdicamente con desesperación, que qué hermosa estás, que cuándo te veo así me dan ganas de, pero entonces te tenés que ir al trabajo, y yo con esta desmesura urgente que no entiende de trabajos ni de rutinas, que te necesita ahora, ya, sin postergaciones. No hay tiempo para volverte a desvestir, las agujas marcan un tiempo otro, un tiempo ajeno.Y vuelvo a la máquina, y escribo lo que veo, lo que late, lo que flota de una punta a la otra de la habitación. Eso que escribo es esto que ahora leo, mientras la cara se me empapa de tenerte cerca. Cerca, aunque tu cuerpo me haya besado, se haya marchado, y ahora camine por la calle Florida, rumbo al banco. Cerca, porque nos sería imposible estar lejos..."
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Este fragmento pertenece al cap. 19 de una novela inconclusa.
Es decir que no está en el libro "Del amor...".
N.R.
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Para comprar el libro, mandar mail a
nykoreffray@hotmail.com y en el asunto poner libro.
El costo del mismo es de $10
(con lo cual puedo seguir editando)
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1 comentario:

EDICION LIMITADA dijo...

me gustó el fragmento! saludos!